lunes, 9 de abril de 2012




Sábado. 10 de la mañana. Un chico de 18 años baja de un tren en la estación de Atocha. Sale por la puerta del ministerio de agricultura. Va buscando un Kia Carnival gris, sabiendo que en ese coche está ella. Y por fin, a lo lejos, lo ve. Decidido, cruza la calle, y espera que llegue a su altura. Mira al coche, y escucha su voz: Vamos, sube! 


Una extraña sensación recorre su cuerpo. Durante unos segundos que parecen horas, es incapaz de reaccionar. Es como si de repente, el mundo se hubiera dado la vuelta, como si despertase de un sueño, un sueño que había durado 72 días. Al fin consigue reaccionar, y, dueño de su cuerpo, abre el portón trasero, metiéndose dentro junto con su equipaje. Saluda... Pero no es un saludo de una persona que lleva mucho tiempo sin ver a alguien, mas bien es un saludo como el que se le da a una persona a la que ves absolutamente todos los días, como si hubiera sido ayer cuando ese chaval se marchó de la gran ciudad, como si hubiera sido ayer cuando dejó su corazón, de nuevo, en manos de una bella mujer, de aquella bella mujer que le había cautivado el alma, que se había hecho dueña de su sueños.


- Tenemos que hacer unas compras antes de volver a casa, vale?


- Vale! sin problemas!


Y no paraba de sonreír como un tonto a cada rato, a cada segundo. Se bajan del coche todos, su padre, ella, y el chico. En el supermercado, el padre se separa de ellos, va a buscar algunas de las cosas de la lista que había preparado su madre. En ese momento, él, se acercó a sus labios, tentado a besarla... y ella respondió con un beso fugaz, pero tan intenso que fue capaz de volver a remover el corazón de él, que por un segundo, pareció salírsele del cuerpo. Terminan de comprar... y marchan a casa, juntos...[...] 

Así empieza un fin de semana mágico. Un finde feliz, una vuelta a la vida de nuevo, a su lado, al lado de la persona a la que quiero, a la que le debo todo lo que soy ahora, porque ella, con su bondad, su paciencia, su forma de ser, su sonrisa... ha sido capaz de cambiar mi vida y hacerme el hombre mas feliz del mundo. Y sé que queda muchísimo camino por andar, que habrá momentos buenos, momentos malos... y nunca se sabe lo que puede deparar la vida, pero de una cosa, sí que estoy seguro.

Pase lo que pase, sé, que vas a seguir en mi vida. Porque no hay ninguna montaña lo suficientemente alta, no hay ningún río lo suficientemente profundo, no hay ningún bosque lo suficientemente frondoso, para separarme de tí. Y pese a la distancia, te voy a seguir queriendo... Como lo que eres.

Mi pequeño ángel caído del cielo.

Pasta :)