lunes, 2 de julio de 2012

Esa extraña sensación.

"Hay días que solo tienes ganas de llorar. Llorar y llorar, aunque no sea de tristeza, ni de felicidad, ni de extres, ni porque no tengas fuerzas para seguir adelante, simplemente, porque te apetece llorar como un crío pequeño, como lo q en el fondo siempre serás."


Sí, hoy es uno de esos días. Ha pasado el fin de semana, un fin de semana en el que se ponían en juego muchas, muchísimas cosas, en el que se iba a demostrar si el esfuerzo, las discusiones, en definitiva, la pequeña guerra que habíamos montado, se podía zanjar.

Y todo fue perfecto. Todo está arreglado... Aún no me lo creo. Aún no creo que sea verdad, que se cumple lo que dice la gente, que si realmente amas algo y luchas por ello, al final consigues lo que de verdad amas. 

Y no he sido capaz de otra cosa. No he podido seguir andando después de esto. Después de un paseo de casi 5 meses por el infierno, Dios me acaba de dar una entrada al cielo, y lo mejor de todo, es que más que una entrada, me ha dado un pase doble con zona VIP incluida.

Pero que todo se haya arreglado entre las dos familias no significa que hayamos llegado al final del camino. Aún queda mucho, mucho, muchísimo por trabajar, mucho por soñar, mucho por vivir, mucho por luchar... Aún tenemos que ser muy fuertes, porque aún nos queda muchísima vida por delante. 

Ahora me quedaré aquí, un rato, sentado en la orilla del camino, llorando como un niño, desahogando todo el sufrimiento, todo el dolor, todo el esfuerzo...

Porque hoy, más que nunca, me he dado cuenta, que esta vida merece ser vivida... Disfrutando al límite cada segundo.

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